*Lectura de tres minutos (To read in English, click here)
Las mañanas en mi casa normalmente son tranquilas. Mis hijos y yo nos adherimos a nuestras computadoras entre la escuela y el trabajo y los perros a menudo se acuestan a nuestro lado o se acurrucan cerca del conducto de la calefacción y duermen durante la mañana.
Pero el otro día por la mañana, Millie (mi perra) estaba aullando. ¡Demasiado! A veces esto sucede si ve a alguien o algo afuera. Pero este día, estaba acostada en un puf debajo de nuestra mesa de pimpón aullando.
Cada vez que iba a revisarla, todo parecía estar bien y se quedaba tranquila después de darle un poco de afecto. Pero, minutos después el aullido comenzaba de nuevo.
Nunca descubrí la verdadera causa de la molestia de Millie, pero decidí usarlo como recordatorio de la necesidad de una salida extrema o excesiva a veces. Al igual que un volcán que se prepara por años antes de hacer erupción, nuestras emociones eventualmente se derraman también si no les proporcionamos una salida alternativa.
Bien sea con alaridos, gritos, golpes, patadas o cantando en voz alta, a veces necesitamos alguna forma de liberación extrema. Necesitamos una manera que ayude físicamente a que las emociones salgan de nuestros cuerpos. Mi elección favorita es conducir rápido en la autopista con una canción preferida al volumen más alto posible y cantar a todo pulmón. De hecho, lo hago a veces incluso cuando no tengo un lugar a dónde ir.
También logro una buena liberación en la caminadora cuando corro hasta que mi cuerpo no puede ir más rápido. Si de verdad me esfuerzo físicamente, no es raro que termine llorando. Es una respuesta natural, y en mi caso, me ayuda a liberar las emociones.
Enseñé kickboxing aeróbico durante algunos años y aprendí a amar los puños y las patadas. Tengo una “muñeca maldita” que me regaló un amigo y está destinada a golpear o lanzarse contra las cosas sin dañarlas. En una ocasión también grité en una almohada.
Todas estas cosas son variaciones de una habitación de volcán para adultos. A veces, se usa una habitación de volcán con niños que experimentan dolor o traumas. Es una habitación acolchada para su protección y llena de pelotas, cilindros de espuma de poliestireno y cualquier cosa para golpear, lanzar o que de alguna manera ayude a sacar la ira. A veces, hay directorios telefónicos viejos para arrancar las páginas y cualquier otra cosa que pueda imaginar que podría proporcionar algún tipo de liberación física de las emociones.
En el caso de los niños, a menudo no pueden articular o expresar verbalmente lo que sienten. Una habitación de volcán proporciona una oportunidad para que expresen sus sentimientos de otra manera. Incluso a veces, como adultos, encontrar las palabras correctas puede ser difícil. Por lo tanto, hallar una forma física de liberación puede ayudar a limpiarnos de lo que sea que podríamos haber estado reteniendo por dentro.
Tenemos que liberar nuestra energía y nuestras emociones. Si las retenemos adentro por mucho tiempo se infectarán e invadirán nuestros pensamientos, nuestro corazón y nuestra mente. A veces podemos hacerlo hablando o escribiendo, pero en otras ocasiones podría requerir alguna forma de liberación física. Al igual que un volcán, si no liberamos nuestras emociones y pensamientos de alguna manera, finalmente harán erupción.
Stevie Cromer es la Directora de Enriquecimiento Cultural de LUNA Language Services. Stevie proporciona regularmente contenido atractivo al equipo de LUNA para fomentar una cultura de cuidado dentro de nuestra propia familia en LUNA. Para obtener más sugerencias y recursos sobre cómo puede construir una cultura de cuidado en toda su organización, comuníquese con Stevie en stevie@LUNA360.com.