*Lectura de tres minutos (To read in English, click here)
Hace un año el mundo se detuvo debido a la COVID-19. Se dijo que sería por unas pocas semanas para controlar la propagación del virus, pero, como ya todos sabemos, el tiempo fue mucho más largo de lo previsto inicialmente.
En las últimas semanas se ha hablado mucho de todo lo que se ha perdido en el último año. Y aunque sí, hemos perdido mucho (aún más importante, en algunos casos a las personas que amamos), también hemos ganado mucho.
Concretamente en mi caso, gané tiempo. Tiempo con mis hijos que no habría tenido en circunstancias “normales”. Tuvimos casi dos meses para estar juntos sin actividades extracurriculares o incluso salidas sociales que a veces pueden mantenernos separados o mantener nuestra atención con otras personas y no entre nosotros. Pudimos tener noches de juegos, armar rompecabezas, dar largos paseos, preparar la cena y comer juntos e incluso ver maratones de programas de televisión, actividades que en nuestras vidas “normales” no podríamos realizar con la regularidad con la que pudimos hacerlo durante el último año.
También gané tiempo con mis perros al poder trabajar con ellos a mi lado o acurrucados a mis pies cada día. Se han acostumbrado a tener gente en casa todo el día y a disfrutar de la compañía (¡y de todas las golosinas extra!).
He ganado tiempo para mí, para disfrutar de mi propia compañía. Tiempo para escuchar mis más profundos pensamientos y reflexionar sobre lo que he logrado hasta ahora, así como lo que espero lograr en el futuro. También para reflexionar sobre mi salud mental y los patrones de comportamiento que pueden o no seguir siendo útiles para la vida que estoy tratando de construir. El último año me proporcionó tiempo para examinar verdaderamente mis acciones e identificar las áreas que hay que celebrar y en las que hay que crecer.
El último año me dio tiempo para aceptar y abrazar realmente mis canas, mi aumento de peso y otro episodio de mi vida luchando contra la depresión y la ansiedad. Usé menos maquillaje, apenas me peiné y pocas veces usé algo más que pantalones de yoga o pijamas durante el último año. Todas estas cosas me concedieron comodidad física y, de nuevo, tiempo para centrarme en mi salud mental sin tantas presiones externas.
Gané una nueva forma de terapia. Antes iba a la consulta de mi terapeuta, me sentaba en un sofá y hablaba cara a cara con ella durante una hora. Ahora nos reunimos por teléfono y normalmente camino o al menos me siento al sol (si el clima lo permite) durante nuestras sesiones. No tener el contacto visual directo cara a cara me ha permitido profundizar un poco más en mis pensamientos. La posibilidad de moverme durante mis sesiones ayuda a mi ansiedad e inquietud. Creo que nunca habría cambiado mi estilo de terapia sin que la COVID-19 nos obligara a reunirnos de forma remota y este nuevo método ha sido realmente útil.
Durante el último año también gané claridad en algunas relaciones. Claridad en cuanto a dónde quiero poner mi energía y mi tiempo. Nuestro tiempo y energía son nuestros recursos más valiosos. Aprender a distribuirlos sabiamente y en relaciones mutuamente beneficiosas ha demostrado tener un impacto duradero en mi vida.
Ya no hay un normal. Ya no existe el “así ha sido siempre”. Veo este momento en que el mundo comienza a abrirse nuevamente como una oportunidad para crear nuevos límites y visiones para mi tiempo y mis relaciones.
Puedo elegir cuánto tiempo y energía quiero dedicar en las distintas direcciones. Puedo elegir qué relaciones quiero acercar y en cuáles quiero crear más límites. Puedo elegir las actividades a las que quiero dedicarle mi tiempo y cuáles ya me han enseñado lo que necesito saber, y tal vez darme cuenta de que es hora de empezar algo nuevo. Siento como si me hubieran dado un borrón y cuenta nueva.
Así que, sí, indudablemente ha habido grandes pérdidas durante el último año, pero también hemos ganado mucho. Y a medida que el mundo comienza a activarse de nuevo, en lugar de volver a caer en los viejos patrones y hábitos de lo que hacíamos antes, ¿puede ser una oportunidad para crear lo que quiere para su futuro?
Stevie Cromer es la Directora de Enriquecimiento Cultural de LUNA Language Services. Stevie proporciona regularmente contenido atractivo al equipo de LUNA para fomentar una cultura de cuidado dentro de nuestra propia familia en LUNA. Para obtener más sugerencias y recursos sobre cómo puede construir una cultura de cuidado en toda su organización, comuníquese con Stevie en stevie@LUNA360.com.